9 de marzo de 2011

VOLVER

El barco empezó a moverse y ella corría por los pasillos en sentido contrario. Debía salir, tocar el aire. Al fin pasó la puerta que la llevó al exterior: un nerviosismo se apoderó de su andar. La ansiedad de querer ver lo que no quería ver. Llegó hacia aquel extremo donde el motor rugía con fuerza y el agua del mar se revolvía entre las hélices. Se frenó en la baranda y levanto la vista que sólo buscaba una única dirección. La nave iba tan rápido, que enseguida pudo ver toda la isla por completo, alejarse. Ahí parada, sostenida por la baranda del barco, veía como la isla bonita se alejaba. El Sol chocaba su reflejo sobre el azul del agua, y hacía un poco más difícil sostener la mirada en alto, para despedirse. Estaba dejando una casa, un encuentro con la vida. No daba crédito a ese momento, inevitable, tristemente inevitable…
¿O felizmente posible de revertir?
Vivir la fantasía de la historia que cambia la historia. Tener el coraje para lograrlo. Muchas veces ha estado en el cuento de la mujer que logra despertar en el cambio de vida. La mujer que se perdona y toma las riendas del nuevo camino que elije. Hoy no es ese el cuento. Hoy se aleja, pone fin. Y un gracias por venir, por conocerte, se vuelven las palabras más injustas. Ese sentimiento es el que arranca sus lágrimas: la injusticia de no merecerlo.
Luego, hará un balance, se escuchará en silencio y sabrá que todo se merece en la vida. Que el corazón roto se ha fortalecido y curado para seguir latiendo. Que las ilusiones que lo llenaron hasta explotar, se renuevan. Que se puede volver a poner la hoja en blanco y confiar. Se llenará los puños de claridad para arremeter con lo que venga.
Pero será una historia.
Una que no sabrá cómo vivirla más que escribiéndola. No podrá con ella, no hará más que huirle. Llegará (otra vez) la historia que parece ser la verdadera. El nervio que trae la ansiedad de querer vivirla.
Pero será sólo una historia.
Una que se disfruta trasnochando, para después arrepentirse de la noche que pasó. Una que se gana el lugar de privilegio en la almohada, para desvelar y que la noche pase, como el día, la tarde, la noche, y así…
Será un lindo cuento que no puede escribir, pero que lo refleja en su mirada. La misma que huye, la misma que ama. Vuelve… se escucha desde todas partes, desde todas las direcciones. Y hacia todos los sitios quiere volver. Todos son escenarios posibles. Todos y ninguno, ya ves…
Vuelve… por qué no vienes a vivir aquí… quédate… el próximo año… aquí te esperamos con los brazos abiertos… prueba un tiempo… qué pierdes… confía.
La historia del todo por ganar y nada que perder. Aún no se la cree. Y aunque sí lo sabe posible, debe ser que no se lo cree. Si no, estaría viviendo el mundo. Ahora mismo. Y no estaría en ese barco, o en algún puto aeropuerto,
despidiéndose
como si fuera a no volver.

1 comentario:

Jackie Katz dijo...

Vas a volver...la isla y yo te esperamos, aunke sea de visita. te kiero hermosa!