12 de julio de 2008

Fantasía

De pie, frente a su nueva adquisición, se preguntaba qué hacer de aquí en más.
Por lo menos tenía la sensación de haber hecho una buena compra. Un amigo se la había recomendado, por lo que era cuestión de lanzarse a la aventura de experimentarla.
Tal como recomendaba el manual, estaba enchufada y colocada en un lugar íntimo de la casa. El tamaño era de su agrado: alta como para poder apoyar la cabeza en el medio. Las ganas de empezar a usarla se le hacían cada vez más, por lo que comenzó a probar diferentes posiciones, hasta encontrar la de su agrado. Tenía la posibilidad de tres ubicaciones básicas: a) los brazos por sobre los hombros; b) por debajo de las axilas; c) cruzando un brazo por arriba y otro por abajo. Le costó decidirse, pero prefirió dejarlos por debajo de las axilas. Retiró las fundas de plástico. Una vez más admiró el color azul del suéter que los cubría.
Entre las opciones adicionales había una que permitía elegir la temperatura corporal. Le pareció bastante lógico dejarla en la sugerida de treinta y seis grados, por lo menos para un primer intento. Otra opción se intitulaba “abrazo profundo”. Si la activaba, se generarían vibraciones que simulaban los latidos de un corazón. También la programó.
Entonces presionó el botón de encendido. Los brazos de suéter azul, colocados debajo de sus axilas, se fueron acercando lentamente hasta su cuerpo y presionaron con suavidad. Sintió el calor corporal de los treinta y seis grados y su cabeza reposó gentilmente en medio de aquel aparato. Estuvo así unos minutos y sintió el ritmo y la fuerza propios del corazón de la máquina. No había motivo por el cual no sentirse contenida: era un sentido abrazo, tan vibrante y cálido como podía brindárselo cada una de las personas que deseaba que estuviesen allí.
De pie, abrazada a su nueva adquisición, el tiempo transcurrió como sostenido en una nube. Sólo su mente volvió a la tierra, cuando al respirar profundo la fantasía se cayó. Alejó su cuerpo de aquellos brazos y una pregunta volvió a su mente: qué debería hacer de aquí en más.



1 comentario:

Coni Salgado dijo...

que lindo complemento de texto y lazos!