5 de septiembre de 2008

DE A DOS



La mesa ratona está próxima al balcón. La noche está calma de ruidos y de tormenta; no hay inconveniente en que una de las persianas esté abierta. La mesa es cuadrada, sin sillas. Dos platos de porcelana azul y un par de cubiertos al costado de cada uno. Dos copas de cristal sobre posavasos de puntilla broderi. Dos servilletas de tela, en color negro, dobladas sobre cada plato. En una de las esquinas de la mesa, una frapera colmada de hielo mantiene fría una botella de vino blanco. Una servilleta, negra también, cubre el cuerpo de la botella. En la esquina opuesta, una fuente plateada trata de contener debajo de su tapa, el aroma a comino y el sabor a bechamel. Dos candelabros labrados, entre medio de las copas de cristal; una vela azul en cada uno. La tenue brisa desde el balcón, hace flamear las llamas. Martina está por llegar. Tomás dejó la puerta entreabierta para que ella pueda volver a sentirse como en casa. Desde el palier llega el sonido de la puerta del ascensor que se abre. Se cierra. No se oyen pasos. Desde el balcón, Tomás enciende con el control remoto el equipo de música que está sobre el piso, cerca de la puerta de entrada. Martina volverá a escuchar la melodía de Elvis que alguna vez los enamoró y sin más, entrará.  I can’t help falling in love with you resuena entre la brisa que refresca la pequeña sala y sus ondulaciones escapan hasta el silencioso palier.
Por fin, se oyen unos pasos acercándose.

2 comentarios:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

La sensualidad de esta escena es brillante.

Y leido por vos es aún más impecable.

Diego M dijo...

Que hermosa escena, Vanina! Imposible no vivirla con lo bien que la describiste.
Beso!