No sabés buscar en el sótano de tu alma el desorden que has creado; tanto cuidado le habías puesto, que todo se encuentra ahora girando. Y el abismo parecía tu rescate, pero te colgaste para no caer, de una estaca de tinta azul. Y escribiste sus curvas en papel. Pero ahora, ni siquiera puede defenderte de su carnal recuerdo.
Y ves como el dado gira, una y mil veces buscando el número que detenga la agonía. Acariciás la barba en tu rostr
Y dentro del silencio que anima tu salto, hay otro sonido que zumba. Los puntos del dado se han vuelto verdes y tan sólo está girando la cara que lleva el as. Su contorno se desfigura en otra figura: una radio que reparaste con un ridículo botón verde, para que pueda estar siempre encendida y transformar la melodía de tu silencio. Es tan precaria la manera en la que elegís taparlo; tan visceral la angustia que da vueltas en trompo con el dado, cada vez que pensás en saltar.
El dado ya no girará cuando caigas al abismo. Todo será blanco sin confusión. Un claro minimalismo que apacigüe la soberbia. El abismo se brindará como un living blanco. Y los dos únicos contrastes serán dos lámparas geométricas, redondas, como dos ojos morenos y atentos. Los ojos con los que ella, te solía mirar.