Mi cuerpo desnudo, sentado sobre tu
vientre, sosteniendo en un abrazo tu cuerpo, para que puedas permanecer sentado
también. Y la fuerza con ambos brazos, para lograrlo.
Tu boca hundida en uno de mis pechos
y el abrazo cada vez más fuerte, para que no te vayas de ahí. Levantándote la
remera que aún llevabas puesta, para poder sentirte la piel, y para que sientas
la piel de mis manos y mis brazos.
Nos balanceábamos y yo, inclinaba mi
cabeza sobre la tuya. Seguramente en ese momento me estabas penetrando, pero no
me importó. Será este instinto maternal que me invade últimamente, el que me
hizo disfrutarte como un niño entre mis brazos.
Ahora es imagen eterna en la retina,
como si no hubiera sido parte y tan sólo hubiera observado.
Y las palabras
siempre las palabras
para embellecer
¿o arruinarlo?
todo.
3 comentarios:
Qué buen texto!
Cada día estás más poeta!
Me encantó el texto!!
Tiene unas iagenes tan cotidianas y ,sin embargo, tan dificiles de encontrar.
- Que buena pasta que tenés Vanina. Te felicito, humildemente te felicito. Ade
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